Prosa del epistolario inconcluso


para Constanza Calé.


En el centro del suburbio cruzan los hablares.
Una idea de mezcla no resuelta.
Refugiados desplazados acogidos pero discriminados. Gambia, Mozambique, Angola, Sierra Leone, Mali, Zimbawe. África devastada por las guerras fraticidas, que han impuesto siglos de sangre de brutal conquista occidental.
Pero al sol ésto nunca le importó.

Jóvenes mujeres casi desnudas, proponiéndo ansiosas sus cuerpos al sexista voyerismo de mi patriarcado...
éste corcel azul de hierro me lleva y los de carne pastan la tarde repleta
de tibias nubes llenas del agua que vendrá.
La Madre y el Padre definen con gestos certeros su poética para pequeños cielos.
Pero las gentes ya no saben, deambulan perdidos en sus trajes iguales.
No se hablan aunque lleven la misma ropa de marcas de caca como mecca
o robert lewis,
nunca roberto lópez, porque nada que ver.
...

Canto para que tus ojos brillen y ambas tesituras descalabradamente ignotas queden.
Y sé que voy hacia el norte, porque lo repite incansable el mensaje sonoro de una mujer estéreo quizás, agradable, algo cálida en este frío que no zarpa.
No dice norte, pero los mapas lo dicen, es decir casi que los dueños del mundo dicen.

Saber lo que vendrá es el lujo del brujo, aunque el principio y el fin son misterios madres silenciosas.
...

Hago puentes que no cruzo ni uso y de apuntes voy llenándome los días de un verano lento, a ratos parece un trópico típico sin palmeras..
Algún día quizás leerás
ya no estas letras con dedos de sangre que se dicen ciertos e indefinidamente trascendentes,
definitivos en su culminación cuando ahora estás tú excatamente en mí habla muda
y entonces sólo existo gracias a tí, porque me lees y porque te escribo


Se rompen las alas en cada viaje, el viento siempre ha gozado desplumando seres ingenuos...